Domingo de Pentecostés, ciclo B

Hoy es el día de Pentecostés, la fiesta del Espíritu. Hoy celebramos el día de la gran invasión de Dios. Hoy “llueve” Dios sobre el mundo, y sería una locura abrir el paraguas de nuestros miedos y prejuicios para protegernos. Hoy es el día de dejarse empujar por el viento del Espíritu, por su fuerza y su fuego. La cara al viento, las manos al viento, la frente al viento de Dios.

El Espíritu Santo es fuerza, calor, fortaleza, y, sin embargo, ¡qué poco conocido¡ Está más cerca de nosotros la noción de Padre, de Hijo. Cuando decimos Padre, más o menos lo entendemos ; todos tenemos padre. Cuando decimos Hijo, más o menos lo entendemos; todos somos hijos. Cuando decimos Espíritu Santo, las palabras se nos escapan. » Espíritu » y «Santo» no dicen nada, son palabras misteriosas. Pero por misteriosas lo dicen todo. El Espíritu Santo es el Misterio de Dios, el último rincón de Dios, tan misterioso que ya ni nombre tiene. La infinita ternura innominada que yace en lo hondo de Dios. Y como toda ternura, canta. El Espíritu Santo es aquello que Dios tiene de poeta, de músico, de loco. Es el himno de Dios.

Cuando el Espíritu Santo se apodera del corazón del hombre, lo trastorna todo. San Francisco de Asís se despoja de sus brocados y queda desnudo y liberado, en medio de la plaza.

María José López, de profesión su oficina, deja de vivir en la mediocridad, entre el sí y el no, y marcha a Etiopía a aliviar miserias. Juan XXIII olvida su edad, sus dudas y censores y lanza al mundo una palabra enorme Concilio.

Hoy es el día de Pentecostés, la plenitud de la Pascua. Hoy comienza la ininterrumpida presencia del Espíritu en la Iglesia, trabajando en silencio.

Lengua, fuego y viento: tres imágenes que nos desvelan la personalidad del Espíritu Santo. Lengua para transmitir el mensaje, fuego que quema egoísmos, viento que nos arrastra hacia adentro, en el piélago sin fronteras de Dios. Dejemos que el Espíritu nos queme, nos trabaje, nos pode. Cualquier flor de servicio y de paz que brote en nuestras ramas, será fruto de su savia.

D. Norberto García Díaz, homilía domingo de Pentecostés 2024. (Vida Nueva)