IV DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO C

Cuando nos vamos acercando al misterio de la Navidad adquiere más relieve la figura de María, la madre.

Cuando nos vamos acercando al misterio de la Navidad adquiere más relieve la figura de María, la madre. Al recibir la noticia de que será la madre del Salvador no entra en éxtasis sino decide ir a un pueblo de la montaña donde vive su prima Isabel, futura madre de Juan el Bautista, para acompañarla durante esos días. La mejor preparación que se le ocurre es practicar el servicio, el cariño y el afecto. María sale de sí misma y “visita” a su prima Isabel. 

Este gesto estará presente en muchos momentos del evangelio.

Cuando nace Jesús “le envuelve en pañales y le acuesta en un pesebre”, porque no había sitio para ellos en la posada.

Hoy mucha gente sufre situaciones semejantes. No tienen sitio, ni albergue. Los refugiados, los emigrantes, protagonizan cada día escenas que rompen el corazón.

Más tarde, cuando Jesús recorre los caminos de Israel, uno le dice “Te seguiré a donde vayas” y Jesús le responde: “Las zorras tienen madrigueras, las aves del cielo nidos, pero este Hombre no tiene dónde recostar la cabeza”.

Esto tiene que hacernos pensar; tiene que acercarnos a los que más nos necesitan, aunque para ello tengamos que derribar en nuestros corazones muchas vallas erizadas de concertinas.

¡Nos queda mucho que aprender para acercarnos al misterio de la navidad! 

La riqueza del misterio navideño tiene que superar la sensación de que en estos días la gente es más hipócrita y consumista. No basta con iluminar espectacularmente las calles; hay que iluminar sobre todo nuestro corazón.

Pidámosle al Señor que, por una noche al menos, nos conservemos unidos, que haya pan y trabajo para todos, que nos llene de fuerza y ternura para ser personas justas que luchen por un mundo plagado de días buenos y de muchas nochebuenas.

“Gracias, Señor, por ser de carne, porque cada día naces de nuevo en los corazones que aman, gracias porque te hiciste niño, te hiciste débil, te hiciste frágil”. 

Hoy le pedimos a la Virgen del Adviento, que nos ayude a recuperar el sentido cristiano de nuestra navidad y que ella, que también es nuestra madre, pueda decirnos al corazón:

-dichoso tú que has creído que merece la pena vivir la vida con profundidad, sin dejarse arrastrar por las apariencias, ni por los bienes superficiales que tanto se ven estos días;

-dichoso tú que has creído que hay que ponerse a la búsqueda de Dios y luchar por encontrarle; que no será un tiempo perdido el que le dediquemos;

-dichoso tú que has creído que Dios sale a nuestro encuentro; que comparte nuestro destino, nuestra vida y nuestros problemas;

-dichoso tú que has creído que el Dios lejano, el que conoce los misterios de la Vida y del Universo, se nos hace tan cercano y entrañable como un Niño recién nacido;

-dichoso tú que has creído que los hombres podemos sentirnos hermanos porque para todos nosotros viene un Niño que trae la paz a los hombres de buena voluntad.

Pongámonos en camino, como María, para salir al encuentro de Jesús que llega para quedarse con nosotros. Hagámosle sitio en nuestro corazón

Que así sea

Homilia D. Norberto García. 22 de diciembre 2024

Extraída de un texto de Paco Zanuy