XIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

El Evangelio nos recuerda que llega el tiempo de cosecha

Llevamos más de una semana de verano y muchas personas disfrutan ya de un merecido descanso. Llega también el tiempo de la cosecha y el Evangelio de hoy nos lo recuerda. 

Jesús envía a los suyos a trabajar. Son pescadores de hombres y también son cuidadores de almas. Es una tarea que implica a todos sus seguidores: anunciar su mensaje y sembrar la semilla de su Palabra. 

A bastante gente no le interesa este mensaje.

Lo escuchamos en el evangelio: nosotros hemos de comunicarlo, pero cada uno ha de responder por sí mismoVivimos en una sociedad en la que los cristianos remamos contra corriente. Además, el mensaje de Jesús no se puede imponer; se propone. Lo nuestro es vivir con autenticidad sabiendo que, cuando las cosas vengan mal dadas, Él nos consolará como una madre lo hace con su hijo y nos dará su paz. Nuestra fe no se basa en las normas, sino en el amor, como recuerda Pablo en Gálatas.

Nuestra fe invita al amor, a la alegría, a la concordia y a la compasión con los que sufren.

Si nuestra fe es autentica, tendrá un poderoso efecto llamada. Cuando nuestra semilla no se hace fecunda y contagiosa es posible que no la estemos viviendo como deberíamos y no seamos capaces de atraer a nadie.

Somos, nosotros, la Iglesia, quienes debemos difundir el mensaje y procurar que la semilla caiga en tierra buena, donde no se la coman los pájaros, donde los abrojos no la ahoguen y pueda dar fruto abundante. Entonces el Señor nos mandará los obreros que necesitemos. 

La fe no es un producto que se vende, es un regalo. Y cuando alguien nos regala algo no podemos exigirlo ni comprarlo. Sólo podemos pedirlo con humildad y aceptarlo. 

El papa Francisco nos recordó que no podemos desvirtuar el mensaje. La Tradición, con mayúscula, consiste en mantener la originalidad del mensaje, en toda su pureza y con toda su fuerza. El mensaje de Jesús se siembra. Para ello, hay que moverse, afrontar el camino libres de todo lo que nos ate y nos esclavice, libres de nuestras limitaciones, de nuestros vicios y de nuestros caprichos. 

Benedicto XVI dijo que la Iglesia crece por atracción, por contagioEstamos necesitados de obreros que sean auténticos modelos y también misericordiosos, capaces de ponerse en el lugar del otro y de entrar en sus corazones.

Si por algo sigue viva la Iglesia, dijo san Agustín, es porque la guía el Espíritu Santo y porque el modelo es Jesucristo; necesitamos obreros que se le parezcan.

Pidamos al Señor que nos envíe los obreros que necesitamos, ni más ni menos, pero que sean auténticos modelos capaces de atraer. Y que nosotros nos sintamos también enviados y contagiemos nuestra fe.

Y obedezcamos a María cuando nos invita  a hacer lo que su Hijo nos diga.

Que así sea. 

Homilia D. Norberto García Diaz. 6 de julio 2025

Extraída de un texto de Paco Zanuy