Hoy celebra la Iglesia la exaltación de la Santa Cruz.

Una óptica buena, perfecta, para profundizar en el Misterio de Cristo.
La cruz, en nuestros días, tiene mala prensa.
Ciertamente hemos abusado del “dolorismo”, dando más importancia al Viernes Santo que al Domingo de Resurrección. Pero no conviene olvidar la cruz. San Pablo se gloriaba en ella, y decía: “Los judíos exigen signos, los griegos sabiduría, pero nosotros predicamos a Cristo Crucificado, escándalo para los judíos, necedad para los griegos, pero fuerza y sabiduría de Dios para los llamados a Cristo”.
Pues bien, si en Cristo Crucificado se desvela la fuerza y sabiduría de Dios, en esta sabiduría de la hay que bucear. Porque en ella, está, sin duda alguna, la clave y la respuesta.
La cruz – escribió Lanza del Vasto – es el apoyo del hombre, su estructura. En efecto; basta con abrir los brazos y constatarlo: cada uno de nosotros es su propia cruz. Esta cruz tiene una función insustituible en la empresa de construir un “hombre nuevo”, y hay que aceptarla libre y generosamente. Toda actitud pasiva, amarga y hosca, la desvirtúa totalmente. La cruz debe ser aceptada por Cristo y con Cristo, pues tan solo una cruz compartida nos hace entrar en el dinamismo de la Redención.
Hoy celebramos la Cruz de Cristo, y con su Cruz todas las cruces.
La pasión del Cristo histórico ha terminado, pero su cuerpo social sigue sufriendo. Los marginados, los pobres, los ancianos solos, los enfermos son también Jesús. Él se reconoce en ellos, pues tomó la forma de siervo y escogió lo débil de este mundo para confundir a los fuertes. Jesús, en estas cruces humanas, está más feo y repulsivo que en nuestros Montañeses y Berruguetes. Pero, ahí, esculpido en ellos, está Jesús, el ECCE HOMO de todos los tiempos.
A los pies de estas pobres cruces, tan solitarias, es donde debemos arrodillarnos hoy. En estos calvarios debemos orar. Aquí, exclusivamente aquí, pues es aquí donde agoniza Cristo. El Cristo pobre que nos necesita.
Que así sea.
Homilía D. Norberto García Díaz 14 de septiembre 2025. Extraído de un texto de «Vida Nueva»