Bienaventurada Virgen del Pilar

La devoción a la madre de Jesús ha sido fundamental en el culto de la Iglesia
El libro de los Hechos cuenta que, después de la Ascensión, los discípulos de Jesús se dirigieron al cenáculo donde perseveraron en la oración. Con ellos estaba María, la madre de Jesús, junto con otras mujeres y familiares. Esa presencia de María en la vida de la iglesia iba a ser permanente hasta nuestros días.
En el Evangelio una mujer, al ver a Jesús, dice a voces: “Bendito el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”. Jesús responde que son bienaventurados quienes escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Esa bienaventuranza a quien más le corresponde es a su madre. Ella fue quien escuchó al mensajero del Señor y dijo sí a lo que Dios le pedía: “Hágase en mi según tu palabra”.
La devoción a la madre de Jesús ha sido fundamental en el culto de la Iglesia. Desde aquel saludo de Santa Isabel que sentía a Jesús vivo en el seno de María, pasando por la maravillosa y universal oración que compuso el obispo gallego San Pedro de Mezonzo, la Salve, hasta las más recientes plegarias e invocaciones.
“María es el modelo hacia el que todas las generaciones de cristianos han dirigido su mirada,
a ella «que brilla ante toda la comunidad de los elegidos como modelo de virtudes». Virtudes sólidas, evangélicas: la fe y la dócil aceptación de la palabra de Dios; la obediencia generosa; la humildad sincera; la caridad solícita; la sabiduría reflexiva; la piedad hacia Dios, pronta al cumplimiento de los deberes religiosos, agradecida por los bienes recibidos, que ofrece en el templo, que ora en la comunidad apostólica; la fortaleza en el destierro, en el sufrimiento; la pobreza llevada con dignidad y confianza en el Señor; el vigilante cuidado hacia el Hijo desde la humildad de la cuna hasta la ignominia de la cruz; la delicadeza previsora; la castidad virginal”. Son palabras de San Pablo VI.
María es siempre la misma, la bendita madre de Jesús, pero son muchas las advocaciones con las que se le nombra en todo el mundo y, con un arraigo muy especial, en España. Hoy celebramos a La Bienaventurada Virgen del Pilar, una advocación de las más antiguas y muy unida a la evangelización de nuestra tierra y de las naciones de la América hispana.
Todos conocen la piadosa tradición de cómo Santiago. que había venido a evangelizar España, estaba desanimado por el fracaso de su predicación. Para infundirle fuerzas se le apareció la Madre de Jesús sobre una columna, un pilar, a las orillas del Ebro. Desde entonces, y a lo largo de los siglos hasta hoy, la Virgen del Pilar ha fortalecido la fe de muchos pueblos. Lo mismo que, como cuenta la primera lectura, sucedió al pueblo de Israel con el Arca de la Alianza.
Las palabras de María en las bodas de Caná manifiestan su función en la vida de la Iglesia y de la comunidad cristiana: “Haced lo que Él os diga”.
Ella es Consuelo de los afligidos, salud de los enfermos y auxilio de los pecadores. La devoción mariana bien entendida siempre lleva a Jesús, como dice la Salve.
“Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y, después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María”.
“¡Ruega por nosotros para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo!”
Que así sea.
Homilía D. Norberto García Diaz 12 de octubre 2025
Extraída de un texto de Paco Zanuy