XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Hoy es el penúltimo domingo del año litúrgico, y la palabra gira en torno al fin del hombre. Pretende alertarnos, espabilarnos, para que nos preparemos al encuentro con Jesús.

Hay que centrarse en la sustancia de los hechos, que está tejida de esperanza.

La primera y la tercera lectura, hoy, son catastrofistas. Jesús, con terribles señales, vendrá al final de los tiempos y traerá para muchos salvación o condenación, pero hay que centrarse en la sustancia de los hechos y buscar su meollo, que está tejido de esperanza. Vendrá un dolor, un gran dolor, pero de él surgirá el hombre nuevo. para eso hay que estar vigilantes, y ajustar nuestras vidas al evangelio de Jesús.

Vendrá un dolor, un gran dolor, pero en su seno trae la vida.

La venida de Jesús; por consiguiente, no es un acontecimiento destructor, sino arraigo y vida nueva. Será un dolor como los dolores de parto, que acaban siempre en alegría. Será un dolor como un dolor de operación, de cirugía interna, muy profunda, que rasga y limpia las entrañas. Será un dolor como la prueba del invierno, que deshoja el mundo de su verdura y de su luz, pero hace posible la siguiente primavera. Será un dolor, en fin, como el gran dolor de María, la mujer de las siete espadas. Pero el dolor de dar su hijo al mundo, para salvar el mundo, tuvo una mañana esplendorosa. Ella le vio morir en una cruz – la suprema injusticia – pero también le vio resucitado, lleno de gloria y de esplendor. Le vio triunfar para siempre de la muerte, como primicia feliz del hombre nuevo.

Cristo es lo que transforma nuestras vidas

Todo es temporal, menos Dios. Dios es eterno, siempre nuevo. Y eso nuevo de Dios, que es Cristo, es lo que transforma nuestras vidas. Su irrupción en nosotros produce enormes crisis y aflicciones, pero nos renuevan y nos salvan. Sería hermoso, en el decurso de la vida, saber captar la ternura de Dios, que brota en yemas y capullos. En cada sufrimiento y en cada gozo bien vividos. En cada hora de la vida. Debemos vivir, activa y comprometidamente, la gran espera de un hombre nuevo.

Bendito el dolor de Dios, bendita su espada y su cruz, si trae consigo la esperanza.  

 Homilía D. Norberto Garcia Díaz Domingo 17 de noviembre 2024

María luisa Brey