V Domingo de Pascua, ciclo B

La imagen de la vid y los sarmientos es típica del lenguaje profético, y se utiliza para presentar las relaciones de Dios con Israel. Jesús asume la imagen y se identifica con la vid. Su Padre es el labrador, y a todo sarmiento que no lleve fruto, lo poda, para que florezca en buenas obras. Una parábola redonda, asequible, cargada de vitalismo; sin retórica. Fácilmente comprensible para todos, aun para los hombres de la ciudad. Hay que permanecer en Cristo, recibir su savia, dar frutos: de lo contrario, se seca el sarmiento. No puede estar más claro: apartarse de Cristo, obrar por libre, es morir. Hay que vivir en unidad con el Pueblo de Dios, que es la Iglesia, bien injertados en la Vid.

Estamos en el pórtico del mes de mayo, y la parábola de la vid, hoy, me recuerda a María, la llena de gracia, el sarmiento más fértil de la viña. Jesús, el racimo de Dios, maduró en ella lentamente, gozoso de habitarla. El es la vid, pero, ¡misterio ¡nace de un sarmiento, de la Virgen. El sarmiento se alimenta con la savia de la vid, del Hijo, y el Hijo se alimenta a su vez, con la savia de la Madre. Toda en ella es floración, fecundidad, perfume; todo en Ella es amor, y el amor en su corazón, se hace don. La Virgen, bondadosa, no guarda su fruto para sí, sino que lo entrega. Lo entrega a los hombres, libremente, para que lo expriman en la cruz; para que beban su vino generoso y queden liberados por su sangre.

Frutos, frutos, frutos, pide el Salvador. “ A todo sarmiento que no dé fruto – concluye- el Padre lo podará, para que florezca”;. Sin poda no hay flores, no hay retoños, no hay frutos; sin muerte y sin dolor, no hay resurrección.

También la Virgen, sarmiento fértil, fue taladrada y despojada por las siete espadas de la profecía. Todos necesitamos las tijeras. La experiencia multisecular de la Iglesia nos habla claro de estas exigencias. Cuando faltó la poda en nuestras almas, en la Iglesia, creció la hojarasca de las pasiones.

Dejémonos cortar sin miedo, sin protestas, para dar frutos que agraden al Padre.

D. Norberto García Díaz, homilía V domingo de pascua 2024,

(inspirada en los escritos de María Luisa  Brey).