2º DOMINGO DE NAVIDAD CICLO C

Este segundo domingo de Navidad puede ayudarnos a contemplar

Este segundo domingo de Navidad puede ayudarnos a contemplar con sosiego las fechas tan significativas y llenas de contenido que hemos vivido días atrás y que seguiremos viviendo más adelante. Desde la serenidad podemos hacer una profunda reflexión interior.

Después del camino de Adviento, que arrancó con la Anunciación, llegamos a la Noche Buena y a la Navidad cuando pudimos exclamar: “Un Niño nos ha nacido” y sentir a Dios a nuestro lado, compartiendo y dignificando nuestra condición humana. El miércoles pasado celebramos el misterio de María Madre de Dios y Madre nuestra.

Lo celebramos al mismo tiempo que estrenábamos un año y dejábamos atrás otro muy difícil, plagado de situaciones de guerras muy dolorosas por rincones diversos del mundo, incluyendo la tierra que vio nacer a Jesús. También en nuestra tierra una catástrofe como la DANA que afectó dolorosamente a muchas personas y que no debemos olvidar en el año que ha comenzado. Muchos perdieron a personas muy queridas y otros quedaron muy hipotecados para el futuro. 

Por eso hoy, 5de enero, antes de celebrar la manifestación o Epifanía de Jesús a los gentiles y el Bautismo de Jesús en el Jordán, podemos tomarnos un respiro para esponjar nuestro espíritu y permitir que se nos abran los ojos del corazón y contemplemos lo que se nos ha dado. Que sintamos la presencia de nuestro Padre Dios, manifestada en Jesús y en su Madre, y hagamos acopio de Fe y Esperanza en el futuro que llega.

Después de la bendición con la que concluimos la celebración del comienzo del año, permítanme que hoy, asumiendo que “la Palabra, el Verbo, se hizo carne y habitó entre nosotros”, me centre en la Carta de Pablo a los Efesios. Considero que puede ayudarnos a interiorizar y a sentir el mensaje de las fiestas pasadas y aprovechar la fuerza que el Señor nos dará en las que vienen. En ella Pablo anima a los cristianos de Éfeso que viven circunstancias difíciles.

Pablo agradece a Dios que hayamos sido bendecidos en Cristo que nos quiere a su lado llenos de amor.

Hemos sido elegidos desde la eternidad para una vida santificada por el amor y hemos sido destinados a ser hijos predilectos del Padre colmados por su gracia. Todo esto es motivo de alegría y felicidad que debe llenarnos de gratitud.

Pablo pide el don de la sabiduría y un corazón iluminado capaz de valorar todo lo que se nos ha dado. Lo vamos a necesitar para mirar confiadamente hacia lo que depara el futuro.

Queridos amigos, en medio de este mundo tan difícil, Dios, por medio de Jesús, nos llama a la Esperanza, a comprender que lo experimentado en esta vida no ha sido en vano y está lleno de sentido. No en vano el Papa Francisco ha dedicado este año jubilar precisamente a la Esperanza.

 Dios asumió nuestra condición humana y pasó por lo más duro que pueda soportar cualquiera. Se hizo frágil como un niño, nació en la pobreza de quien carece de albergue, tuvo que huir ante la crueldad de un tirano, y llevó su amor al extremo cargando con nuestras culpas. Jesús llenó de sentido nuestra vida. También a nosotros nos espera el triunfo de la Vida Eterna y la Resurrección gloriosa. En la vida de Jesús, a quien veíamos nacer en un pesebre, están profundamente unidos la Anunciación, el pesebre y la cruz. “Dios con nosotros” es su nombre.

Eso tiene que abrirnos a la Fe en el futuro. Hemos de vivir apasionadamente nuestra aventura en este mundo, con sus momentos buenos o malos, pero cargados de sentido.

Que María, nuestra Madre, nos ayude en nuestro camino y nos lleve a Jesús y al Padre.

Que así sea, amigos.

Homilía D. Norberto García. Domingo 29 de diciembre

Extraída de un texto de Paco Zanuy